El pasado miércoles celebramos el torneo de debate.
Todos los grupos (nos incluimos) tuvimos la ocasión de defender el tema desde las dos posturas existentes, lo que favoreció la participación de todos los miembros de cada grupo.
Desde el principio se vio que hablar en público nos cuesta. En cada exposición se veía la inseguridad de los oradores, el uso de muletillas y los titubeos más o menos disimulados.
Tampoco como jueces lo tuvimos fácil. Evaluar a nuestros compañeros también nos costó: nos resultaba difícil evaluar cómo lo estaban haciendo los grupos, y era más sencillo poner una buena nota que una mala.
Parece que la única postura cómoda fue cuando por nuestro turno nos correspondió ser público: pudimos disfrutar de las intervenciones sin la presión de tener que juzgarlas y, por supuesto, sin la presión de ser evaluados.
Las exposiciones y conclusiones no estaban tan bien preparadas como cabría esperar: se aportó bastante información, pero no demasiado estructurada. Muchos datos se quedaron en el tintero por no haber organizado bien el tiempo de la exposición.
Para la organización habíamos preparado las normas sobre las intervenciones, pero fuimos con la mentalidad de alumnos: si algo no está previsto, alguien dirá qué tenemos que hacer. Se notó que nadie había participado nunca en un torneo similar, porque conforme avanzamos en el torneo empezaron a aparecer cabos sueltos. Tuvimos que improvisar sobre el reparto de posturas en cada debate, sobre el número de oradores que podían intervenir en cada réplica, sobre el tiempo de preparación de cada réplica, si había holgura con respecto al tiempo previsto en las normas...
También nos dimos cuenta de que los tiempos de réplica se quedaron cortos, y algunos tuvieron que aprovechar la conclusión para terminar de replicar.
Las rúbricas que habíamos preparado finalmente seguían siendo un poco subjetivas, aunque varias veces las puntuaciones de los jueces coincidieron, así que no debían de estar tan mal.
Como nota final decir que nos ha ayudado a aprender a organizar una tarea para clase, a soltarnos para hablar en público y a tomarnos en serio la utilidad real de las rúbricas.
Aunque está claro que si hubiera otro debate el próximo mes, nos sobran puntos de mejora.
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